CRÓNICA DEL PERRO MUCUCHÍES Por: Mario Jiménez

Fuente: Diario Frontera del 02 de septiembre de 2007
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     A finales del siglo XVI llegaron a estos parajes andinos de Mérida, Venezuela, los Frailes Doctrineros Agustinos y se establecieron en el poblado de Santa Lucia de Mucuchíes. Por iniciativa de ellos, al pasar de los años y a través de la Compañía Guipuzcoana, trajeron a Venezuela las primeras ovejas para reproducirse en la Cordillera Andina para el usufructo de lana, leche y carne; acompañando estos ovinos, llegaron los primeros ejemplares caninos de la raza Pastor de los Pirineos, provenientes de las regiones de Navarra y Aragón, para guardia y defensa de dichos apriscos.

Los Nuevos Alimentos. Desde 1534 los españoles buscan asentarse en la región hasta que en 1558 el capitán Juan Rodríguez Suárez funda la ciudad de Mérida, en recuerdo de su Mérida natal en España, y en 1559 el capitán Juan Maldonado, un poco más arriba en la meseta, establece la ciudad de Santiago de Los Caballeros. Desde allí, se extiende el poblamiento posterior y se crean reparamientos y encomiendas. Más tarde, hacia 1628, llega a la región la Compañía de Jesús. Conquistadores y jesuitas impulsan la agricultura y la ganadería. Cuando finaliza el siglo XVIII ya se había creado la mayoría de los centros urbanos merideños que se consolidaron luego al ritmo expansivo de la economía del café y de la caña. Tras la espada de los conquistadores y la cruz de los jesuita llegaron a la región muchos nuevos productos, especialmente el trigo, el ganado vacuno y porcino, las aves de corral y algunas hortalizas, modificando el escenario económico y alimentario. Después vendría la caña de azúcar, a las tierras bajas, y el café, a las tierras de laderas. El aislamiento regional comenzó a romperse de manera notable a partir de 1870, con el desarrollo de la economía cafetalera, que intensificó los cambios e impulsó la base poblacional de los núcleos urbanos existentes, constituyéndose una red de comunicaciones más dinámica.
El trigo se cultivaba en Venezuela desde el siglo XVI. Hacia 1883 en Mérida, entonces Sección Guzmán, había unos 68 molinos de trigo, ubicados en las tierras altas del páramo de Mucuhíes y en los pueblos del Sur. Con el ganado vacuno pasó otro tanto. Venia, por caminos fragosos y accidentados, de los llanos occidentales, hasta que la ganadería se desarrolló en las tierras bajas de Mérida. La población merideña había tenido hasta entonces, un régimen alimentario predominantemente vegetariano, siendo común el consumo de papa, camote, arracacha, auyama, maíz, yuca dulce y ají, mayormente raíces y tubérculos, lo que es habitual en una sociedad agrícola tradicional. Con el proceso de la colonización se introdujeron en los Andes algunas hortalizas, pero su producción se limitaba a los solares de las casas y su consumo se restringía a los pobladores de origen español.
Otros ejemplares fueron traídos muy posteriormente por Don Vicente Pino, con autorización del Rey Carlos III de España, a la hacienda Moconoque, de su propiedad, con el mismo fin.
Sea una u otra, o las dos versiones fidedignas, es así como se inicia el origen del PERRO MUCUCHICERO.
Estos canes llegados de la madre Patria al cruzarse entre sí, con el exceso de consanguinidad, la mala alimentación y el hábitat, fueron delineando las características de un nuevo perro que en el transcurrir del tiempo tomó la denominación de perro de Mucuchíes.
En 1961, se funda el club oficial para la preservación de la raza y gracias a ello y a a la estandarización de ciertas características fenotípicas y a prácticas apropiadas de cría, el perro de Mucuchíes fue salvado y reconocido como raza nacional de Venezuela en el año 1964.
De aquella fecha hasta hoy han pasado 46 años y hablar de perro mucuchicero es muy difícil porque los que se pueden adquirir hoy distan mucho de los ejemplares criados por Don Benjamín Pino, nieto de Don Vicente y de los de Don Salomón Villarreal, criados en la hacienda Moconoque y en Apartaderos.
Hoy por hoy podemos hablar que las causas progresivas progresivas de su extinción se deben: 1) La pobreza e ignorancia campesina que hizo descuidar su patrimonio genético al cruzarlo indiscriminadamente con otros perros bastardos que nada tenían que ver con su raza. 2) El desconocimiento de la raza original, Pastor de los Pirineo (español), que fue confundida con el Gran Pirineo (origen frances), y es así como en el año 1965 por iniciativa de Santiago y carlos LA Cruz, secundados económicamente por el doctor Siro Febres Cordero Salas, se traen al país perros de la raza Gran Pirineo para su reproducción en la hacienda Moconoque, idea encomiable y transformada en trabajo y esfuerzo, pero signada desde su inicio al fracaso por cambio de la raza estirpe de origen del perro mucuchicero; 3) El afán y desconocimiento llevaron a cruzarlo además con perros de la raza San Bernardo, lo cual no hizo sino complicar más la situación, ya que lo único en común que tenían era su origen montañés.
Es su futuro incierto y quién sabe si ya es demasiado tarde para recuperar la raza, utilizando como patrón los estándares del club oficial ya desaparecido, para salvaguarda de esta raza y prácticas sanas de cría controlada, para que las federaciones caninas la acepten y la registren como una raza oficial.
El Perro nevado junto al Indio Tinjacá. Mucuchíes. Mérida

     El estado Mérida, especialmente en sus zonas altas, donde se concentro gran parte del poblamiento, estaba prácticamente aislado, al no contar con un solo camino carretero hasta la segunda década del siglo XX. Al ponerse en servicio la carretera Trasandina, en 1925, los productores agrícolas merideños fueron estimulados por el acceso a mercados más amplios, como el de Maracaibo. Así se desarrollan nuevos centros de producción hortícola como el de Timotes, en 1924, gracias a la iniciativa de dos alemanes que introdujeron en la zona nuevas técnicas de cultivo y maquinarias. Más tarde en las décadas de 1930 y 1940, los agricultores de Mucuhíes imitaron las técnicas agrícolas practicadas en Timotes. Al final de la década de 1940 la horticultura se había extendido hasta Bailadores. Y por todas partes en las zonas altas del estado el paisaje mostraba, además de papa y el trigo, los cultivos de lechuga, zanahoria, repollo, remolacha, coliflor, acelga y, en menos proporción, de espárrago y alcachofa. El paisaje alimentario era ya otro. Además, Mérida destacaba como productor de papa, trigo, arvejas, cacao yuca, cambur, caña de azúcar, carne de res y leche. Esa circunstancia influyó decisivamente sobre su régimen alimentario dominante.
Hoy, podemos decir que de esta raza representada en el perro "Nevado", regalo que hiciera Don Vicente Pino al Libertador Simón Bolivar a su paso por estas tierras en la Campaña Admirable de 1813, solamente quedan la tradición hermosa de Don Tulio Febres Cordero y su imagen en la plaza Santa Lucía de Mucuchíes, acompañando al indio Tinjacá al pie del busto de Bolívar, donde inmovil ante el paso del tiempo, con su mirada en la lejanía, parece añora el esplendor de tiempos pasados y otear un provenir oscuro para su linaje.

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Mucundu. Jaji

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